Sin embargo nos encontramos con una situación similar a la de otra competencia hermana: "la creatividad". Por un lado pensamos que nuestros hijos, los jóvenes, la sociedad en general debe desarrollar ese pensamiento crítico como una vía hacia la mejora y el desarrollo. Pero por otra parte el pensamiento crítico, dado que todo lo cuestiona, puede llegar a atemorizar a jefes, dirigentes, políticos. Son enormes las barreras existentes al desarrollo del pensamiento crítico. Son feroces las críticas al pensamiento crítico que critica mis ideas, pensamiento, ideología, afinidad política, religión, etc. Admitimos de buen grado el pensamiento crítico hacia aquello que coincide con mis ideas. En definitiva, ello supone un importante sesgo cognitivo del que conviene desprenderse a la hora de realizar análisis, informes de apoyo al jefe para la toma de decisiones, etc. Por otra parte es habitual encontrar mucho pensamiento crítico de palabra, pero ese pensamiento no lleva a nada si no se traduce en acciones. Pero las acciones siempre se enfrentan a los sistemas establecidos. El miedo al cambio, la dificultad para pensar desde diferentes posiciones, la falta de empatía...frenan los posibles beneficios de un pensamiento crítico responsable e inteligente. Conclusión: es preciso gestionar el pensamiento crítico propio, en una doble dirección: - Su desarrollo, dado que es una capacidad entrenable, muy ligada a cuestiones tales como la lógica, la argumentación, la comunicación, la capacidad de expresisón verbal y escrita, la creatividad, la flexibilidad, apertura de miras... - Su uso inteligente. No sirve el pensamiento crítico que no proponga acción. No sirve el pensamiento crítico sin argumentación. No sirve el pensamiento crítico basado en "ir en contra de..." (debe ser siempre a favor de...). |
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